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DESCRIPCION

tengan algunas veces noticias de ellos, y no escapen entonces muchos de la furia de esta bárbara nacion, cuyo cacique Cancapol hace vanidad de mostrar á sus huéspedes montones de huesos, calaveras, &a. La política de este cacique es de mantener la paz con los españoles para que su gente pueda cazar con seguridad en los campos de Buenos Aires, dentro las fronteras de Matanza, Conchas y Magdalena, y las montañas: no permitiendo que las otras tribus pasen de Lujan, para mantenerla también al sur; á cuyo fin se ponen sus caciques y confederados á cazar en los meses de Julio, Agosto y Setiembre, en los parages donde pueden observar los movimientos de sus enemigos, á quienes muchas veces atacan y destruyen, pero por esta razon jamas hicieron estos indios la guerra á los españoles (aunque son en extremo celosos de ellos), hasta el año de 1738 y 40, cuyos motivos fueron los siguientes.

Los españoles, con poco juicio y mucha ingratitud, echaron de su territorio á Mayu-Pili-ya, el único cacique Taluheche que los estimaba, obligándole á retirarse á tal distancia que no pudiese recibir socorro alguno, expuesto á sus enemigos, hechos tales, defendiendo los territorios de los españoles del resto de sus paisanos y Picunches. Despues de la muerte de este cacique, algunas partidas de los Taluheches y Picunches atacaron las caserias del rio Areco y Arrecife, guiados por Hencanantu y Carrulonco, adonde acudieron los españoles con su mariscal de campo D. Juan de San Martin para coger los ladrones. Pero como llegaron tarde, se dirigieron al sur para no volverse con las manos vacias. Allí encontraron las tiendas del viejo Caleliyan con una mitad de su gente, que no sabiendo lo que habia pasado, estaba durmiendo sin la menor sospecha de peligro, y entonces sin examinar si estos eran ó no los agresores, hicieron fuego sobre ellos matando, muchos con sus mugeres é hijos. Los demas dispertándose, y viendo el triste espectáculo de sus mugeres y niños muertos, se resolvieron á no sobrevivir á tal pérdida, y cogiendo las armas, vendieron sus vidas tan caro como pudieron; pero al fin fueron degollados con sus caciques.

El jóven Caleliyan estaba entonces ausente; pero teniendo noticia de lo que habia pasado, se volvió en ocasion que los españoles se iban retirando; y viendo á su padre, parientes y amigos degollados, resolvió vengarse prontamente, á cuyo fin llevando como unos 300 hombres, se hecho sobre la villa de Lujan, mató gran número de españoles, tomó algunos cautivos, y robó algunos millares de ganado. Sobre esto levantaron los españoles con toda brevedad, (aunque no bastante para coger un enemigo tan ligero) casi 600 hombres de su milicia y tropa reglada. No pudiendo alcanzarle se volvieron al rededor de las lagunas de sal, y bajaron al Casuhati donde estaba el cacique Cangapol