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DESCRIPCION

ca de tres cuartas de vara de largo. La espalda es negra, y el vientre blanco, son chatas como las nuestras; tienen la boca en medio del vientre, siendo ciertamente la mejor parte de la carne. Las faldas solo tienen tres pulgadas de ancho, y son mucho mas delgadas que las nuestras. Como esta es casi la sola parte comestible, no tienen mucha estimacion. La cola de este pescado es larga y angosta, á la raiz de la cual sobre la espalda tiene una cola punteaguda con dos filos, semejante á una cierra de dientes pequeños, con que hiere, á los que se le acercan. Las llagas hechas con esta espina, atraen algunas veces muy malas consecuencias, porque frecuentemente se quiebra la espina en la herida, y no puede sacarse sino por una incision peligrosa en las partes tendinosas de los pies. La llaga es insufrible, inflamase y no supura, ocasionando calentura con convulsiones, que terminan en ofiótomos ó tétanos, y causan al fin la muerte.


El erizo de agua es muy semejante al armado, y al erizo. Está armado de espinillas, pero no tan fuertes, ni tan numerosas como las de estos últimos: su piel casi de color gris, y parece llena de arrugas: gruñe como el armado cuando le cogen, y su carne es muy sabrosa: rara vez pesa dos libras, siendo aun menores los que se cogen en los pequeños rios ó arroyos, donde no pasan de media libra.


Los bagres son en todo, excepto en la magnitud, semejantes al patí: rara vez pesan libra y media, y los mas, mucho menos: tienen en cada ala, cerca de la cabeza, una espina fuerte y aguda, y se debe llegar á ellos con cuidado luego que son cogidos, porque viven largo tiempo fuera del agua. Su carne mollar y de buen gusto, y se pescan ya con redes ó con anzuelos.


Daré aquí razon de un animal estraño anfibio, que se cria en el rio Paraná, cuya descripcion jamas ha llegado á Europa, ni se ha hecho aun mención de él, por los que han descubierto este pais. Lo que voy á decir nace de las declaraciones unánimes de los indios, y de muchos españoles que han obtenido varios empleos cerca de este rio: fuera de que yo, durante mi residencia á las orillas de él, por el espacio de cuatro años, vi una vez uno de ellos, de manera que no se puede dudar de la existencia de tal animal.


En mi primer viage á la costa de Madera el año de 1752 sobre el Paraná, estando á la orilla gritaron yaguarú, y mirando vi un grande animal al tiempo que se arrojó al agua desde la orilla ; pero no tuve el necesario para examinarle, con algún grado de precision.