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pasar — no desmerecían de las de su amada, lo que hace comprender el empeño en unirlos de misia Mariquita, a quien entrego nueva- mente la palabra :

Piensa bien en la delicadeza de tal compromiso, para no exponerte a las distracciones, que te ha- rían un gran mal. Por muchas penas que cause un amor delicado me parecen preferibles a las di- sipaciones que pervierten el corazón y que des- pués no dejan goces, porque se embrutece el alma, como el cuerpo. No creo que las ninfas de esos prados sean un gran escollo ; pero como te gusta- ba la negra petiza... ¡ Quién sabe las rarezas que verás por ahí! ¡Dios te detenga !...

El escollo de una mesalianza indeseable, con alguna ninfa pardusca de los prados co- rrentinos debió, en cierto momento, perse- guir a la madre hasta el punto de ponerla cavilosa, pues, en una de sus últimas cartas, anúnciale a Juan los proyectos que ha conce- bido para allanar las dificultades económicas del enlace. Transcribo este párrafo interesan-