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con dulce, por la libertad y por la juventud. Un catre de lienzo nos servía de sofá. ¡Qué concier- to de elogios para el hombre que nos tiraniza! Pero, sobre todo, ¡qué cuadro de corazones sin- ceros, de buenos deseos y de verdadero patrio- tismo !
Ved, por último, esta pintura de un inte- rior, el cual, por ser nada menos que el del noble y esforzado caudillo, a quien suele lla- mar en sus cartas « el Redentor », parece bos- quejado con mano temblorosa de férvida un-
ción patriótica y tierna efusión maternal :
La familia de Lavalle se compone de una mu- jer admirable por sus virtudes y por su dulzura y finos modales ; de cuatro hijos, dos varones y dos mujeres: todos lindos. No se puede dar un cua- dro más interesante. Cuando encuentro una fa- milia que puede figurar y dar influencia, pertene- ciente a la civilización, mi corazón reposa como cansado de los tormentos que ofrece la barbárie. Hay mil pequeños indicios que la cultura demues- tra y que la vista acostumbrada distingue rápi- damente, proporcionando un placer inexplicable
