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brazo de ese valiente, que aseguró su gloria y nuestra libertad », cuya concisión y elegancia lapidarias — mal que pese al historiador Pe- lliza — acusan la experta colaboración del fogoso tribuno, a quien señaló, como redac- tor del documento, la certera intuición de Carmen Quintanilla.

Il

Incorporados de lleno, los esposos Thomp- son, a la vida pública y a las agitaciones del país, el carácter social y expansivo de ambos hizo al punto, de su espléndida morada de la calle Unquera — antes del Empedrado y aho- ra de la Florida — un sitio frecuentado por lo mejor y más espectable de la sociedad por- teña de la época. El venerable caserón colo- nial delos Trillo y Sánchez de Velazco — cu- yos severos salones, pocos años antes, en