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nunca retirado, permitía continuar la última conversación con la frase encantadora del maestro salmantino, cuando uno con alguna inédita de la propia cosecha y no menos en- cantadora, como la proferida, en cierta opor- tunidad, por doña Josefina Mitre de Caprile : « Carmen, la política nos separó y la caridad vuelve aunirnos. » ¡ Qué inmensas distancias, como siderales, nos seperaban ya en materia de cultura, de aquellos bárbaros tiempos de misia Encarnación, en que se baleaban las ca- sas de los opositores para atemorizarlos y aventarlos del país! Cuando se atesora, como doña Carmen y sus amigas, la virtud de la tolerancia, y se practica, como ellas, la reli- gión de la amistad, las disidencias de opinión nunca se vuelven irreductibles, y en el ins- tante mismo en que el bien de la sociedad o el de la patria lo exigen ceden su lugar a aproximaciones oportunas siempre fecundas en resultados benéficos. Así ocurrió con la
conciliación de los partidos realizada el año
