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po de Ocampo y Rosa Delgado de González, Francisca Ocampo de Ocampo y Amalia Uri- buru de Zorrilla, Teodolina Alvear de Lezica y Catalina Tomkinson de Solveyra, Clorinda Garmendia de Avellaneda y Mercedes Vieyra de García, Lola Guiñazú de Ruiz y Virginia Tomkinson de Trelles... Jen passe et de «mei- llewres ». ¿Cómo continuar una enumeración que llenaría, sólo con nombres, páginas en- teras? La más rápida y superficial de las obser- vaciones nos permite asimismo comprobar en seguida los otros dos caracteres apuntados. Aquí, el doctor Guillermo Rawson entretiene y encanta al vicepresidente, don Mariano Acosta, al gobernador de Buenos Aires, don Carlos Casares, al nuncio apostólico monseñor Mattera, al vate Carlos Guido y Spano, diser- tando con erudición, doblada por la elocuen- cia, sobre cuestiones palpitantes de higiene pública, a propósito de un caso sospechoso de cólera o fiebre amarilla que se dice ocurrido
últimamente en el foco epidémico de la Boca;
