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el padre de Carmen Nóbrega la mañana en que fué asesinado por los agentes de la ma- zorca. El edificio, en parte restaurado y deco- rado en su interior según el gusto de la época, conserva, no obstante, el sello característico de su estilo primitivo hispano-colonial. Tras- puesta la gran puerta de calle, tachonada de enormes cabezas de clavo, nos hallamos en el ancho zaguán, sobre el cual se abren, a de- recha e izquierda, otras tantas puertas exte- riores, correspondientes a las dos alas del edificio, que, prolongadas hasta el fondo del terreno, van circundando, uno después del otro, los cuatro patios centrales sucesivos. De éstos, nos interesan sólo los dos primeros. En el segundo, ascienden, recostadas a las paredes, colosales glicinas y jazmines del país, que unen sus ramas sostenidas por un zarzo, formando un verde y florido techo casi impe- netrable alos rayos solares. Este patio repre- senta en la casa algo así como el salón de su
nursery, sirviendo también de límite extremo
