esposas o familias respectivas, se instalaban
en la ciudad metropolitana o se hallaban en ella simplemente de paso, la casa y salones de Avellaneda constituyen, durante esos veinte años, a modo de un órgano visceral del país, cuya función fuera la de acercar y reconciliar al interior con Buenos Aires, limando aspe- rezas, :uavizando contactos de una y otra parte, disipando las ojerizas y prevenciones existentes entre los hombres de ambos cam- pos adversos. Para desempeñar con éxito esa tarea, grandes eran, sin duda, las condiciones intelectuales y las aptitudes políticas del jo- ven tucumano, pero ellas se elevaron a una mayor potencia merced a su casamiento con Carmen Nóbrega. El hombre de estado que vase traslucía en el tribuno elocuente anterior a ese matrimonio, encontró, en la señorita de Nóbrega, la compañera ideal para la vida que soñaba. Sagaz y prudente, fina y discreta a la vez, dotada de una dulzura encantadora, de una bondad y paciencia infinitas, de un ma-
