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blado con el escarnio; a la crucifixión siguió la esponja empapada en hiel. Con su habi- tual cortesía la mazorca dejaba más tarde su tarjeta de visita en todas las casas de la fa- milia Miguens, invitándolas a vestirse de ga- la y adornar sus viviendas para festejar el deceso Cel inmundo unitario. Demás está de- cir que la casa de la calle Moreno quedó en adelante más que nunca expuesta al espiona- je y desmanes mazorqueros. Una mañana que Carmen contemplaba en su jardín del primer patio la curiosa variación de unas hortensias, cuyas flores, al principio rosadas, íbanse tor- nando celestes, oyó de pronto en dirección de la calle un repentino y formidable estrépito y volviendo la vista de ese lado ohservó con contra él mismo el 17 de octubre de 1853. El fallo de re- ferencia se halla publicado in extenso en El Nacional de ese mes. Eduardo Gutiérrez hace, en El puñal del tirano, nna emocionante descripción del sacrificio de Nóbrega, que nos inclinamos a creer novelesca, sin afirmarlo cate- góricamente, pues no nos ha sido posible encontrar los
autos del proceso de Badía, donde tal vez se contengan los pormenores circunstanciales del episodio.
