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puede asegurar su salvación ? Ese es el garfio de que comunmente se valen las hijas de familia no bien impuestas todavía de los principios más ele- vados de nuestra religión para arrancar el consen- timiento de sus superiores a pretexto de santidad o virtud. Pero los que han pasado la primavera de la edad del hombre, y se hallan ya en el otoño, reflexionendo sobre las excursiones que hacían en aquella verde edad, tras las flores que los en- cantaban, saben y conocen muy bien que este no es sino el lenguaje de las pasiones, o un velo im- penetrable de una fascinación seductora.

Sia la hija de familia la llevara el aprovecha- miento espiritual, si éste fuere el deseo que la ocupara, si no atendiera tanto a otra cosa, como a la religión, entonces no se apartara del consejo de sus mayores, entonces no contrarrestara abier- tamente a la voluntad de sus padres, porque la misma religión que afecta seguir se lo prohibe bajo culpa de pecado mortal, imponiéndole en esta materia la obligación de pedir consejo a sus padres y de no deber apartarse de él, por ser caso gravísimo que lo requiere, que ninguno se lo pue- da dar más sano, y que ella no es capaz de tomar por sí sola, careciendo de la edad y experiencia