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que se conocen, aunque un poco mortificante para nuestro orgullo, pues nos muestra lo mucho que nos parecemos a los pájaros y a los cuadráúpedos. Mi familia la saluda a usted conmigo, y le de- sea, como yo, un día feliz. Suyo como siempre. Gutiérrez.
Y bien, señoras, por la fecha de la carta y la descripción del libro acompañado, éste no está, quizá, muy distante de ser, nada menos, que El origen de las especies, del naturalista filósofo Carlos Roberto Darwin! No creáis, sin embargo, que las obras obsequiadas por Gutiérrez a Misia Mariquita, igualaran siem- pre en austeridad a la mencionada. Como alumno sobresaliente y predilecto de la maes- tra en almas doloridas que fué la señora de Mendeville, también Gutiérrez ejercía in ani- ma nobili el arte de consolar, especialmente cuando se trataba de su gran amiga. Esta te- níale concedido el privilegio, sólo acordado a
los que se ama, de desahogar en él sus espli-
