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atormentarlo después con la privación del bien que ha poseído. Y, en esta nuestra tierra, el mal viene en profusión, y los consuelos, para siquiera
suavizarlo, ninguno.
Así tonificaba, como con un generoso cor- dial, María Sánchez de Mendeville, el alma doliente de su amigo; así disipaba, con los destellos de la gloria, las sombras que ente- nebrecían el espíritu del poeta, en el atarde- cer prematuro de su vida, truncada por la muerte, apenas cinco años después, sin alcan- zar a ver su patria libertada para siempre de las cadenas del despotismo.
VII
La página gloriosa escrita por Urquiza en los campos de Caseros restituyó a María Sánchez de Mendeville a su hogar de Buenos Aires, del que había salido trece años antes,
