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Querido amigo: Usted pensará que lo tengo olvidado. Ni por un momento lo crea usted; pero es imposible sacar partido de su pacotilla... Tenga usted un poco más de paciencia; no se ahogue en la arena; cobre valor; puede ser que esto se pueda realizar mejor y, en este caso, tendré mucho gusto de servirle, pues soy su amiga.

Observad con qué arte exquisito acaricia en seguida el alma dolorida de Echeverría

con los más halagadores elogios :

Vamos a la gloria. El señor Rugendas — este Rugendas, es el pintor de mérito a quien debemos el retrato al óleo de doña Mariquita, que ya cono- céis — el señor Rugendas, a quien ha visto usted en casa de Pepita, habría tenido mucho gusto en conversar con usted ; pero, como no hay nada más difícil que hacer apartes en nuestra sociedad, por- que ignora los placeres de la libertad social, se quedó muy calladito. Este señor es un admirador de usted y es voto. Es un hombre de alta concep- ción. Conoce nuestra América, se ha identificado con ella, es un americano indulgente y amante de nuestro pobre país. Tengo el placer de hablar con