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Me encantas con mil amores;
Tú mi ecsistencia de flores
Sembrastes y de dulzura,
Tu alejastes la amargura
Que el alma me hirió inclemente;
Me miraste blandamente
Y el alma volvió á lamida,
Que vi mi ilusión perdida
Posarse sobre tu frente.
Ven á mi choza, y de allí
Iremos en mi barquilla
Á la hermosísima orilla
Del tranquilo Yumurí.
Allí guardo para tí
Un jazmín fragante, bello,
Tan blanco como tu cuello,
Tan puro como tu frente:
Ven, hermosa, y dulcemente
Colócale en tu cabello.
Ven y percibe su olor,
Nuncio de castos amores,
Que el perfume de las flores
Es aliento del amor.
Ven, que el solibio cantor
Nos brinda amor en su nido.
La selva con su jemido.
La tarde con su frescura: