nes se conviertan en sucursales del Café Americano. Que vengan las que son artistas de verdad y las que viven con franca honradez al lado de uno de nuestros amigos; pero no las que tienen «un viejo» y «un joven» ó muchos jóvenes y muchos más viejos. No. Nada de cocotas, nada de «Leonores de Alençon» ni de «bellas Gabrielas» que vendrían con la esperanza de hacer conquistas. ¿No les parece á Uds. que tengo razón?»
Robert contestaba en nombre de los demás:
— ¡Perfectamente! Una mujer bonita tiene siempre razón. Los que no dispongan de una «novia» que sea por lo menos tan honrada como su excelencia la princesa de Chimay, que dejen á sus chicas poniéndoles puntos y comas á sus manuscritos, como Colline dejaba á su mujer. Por mi parte, vendré solo mientras no pueda robarme á la otra hija de D. Carlos.