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IX
La casa de la Muñeca fué convirtiéndose poco á poco en un verdadero centro de reunión artística. Atraídos los unos por la amabilidad inteligente de Carlos ó por la belleza de Liliana, y llevados los otros por el deseo de cenar bien, todos los miembros del «Club de los Intransigentes» se daban cita casi á diario en el hotelito de las inmediaciones de París.
— «Los hombres —decía la marquesa— pueden venir todos, cuando quieran y como quieran, pues siendo amigos de Carlos, también lo son míos. No así las mujeres, porque no deseo que mis salo-