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— Haré lo que quieras: vivir, morir... lo que quieras, Lili...
— No me abandones. Yo te adoro con todo mi corazón. ¿Verdad que no te irás?...
— No; no —terminó Llorede, arrodillándose ante ella—; pero ¿qué podrás tú responder á los que te calumnian por causa mía, á los que te acusan, á tus antiguas amigas? ¿Qué dirás á los que te aconsejen que te separes de mí?... ¿Qué dirás ante todos esos peligros?
— ¿Sabes lo que á todos esos les diré? Les diré lo que se merecen...
Y de los labios menudos y palpitantes de la Muñeca brotó una palabra brutal, que llenó de alegría el alma macerada y pavorosa de Carlos.