mundo lo sabe!» —Y es muy capaz de hacerlo como lo dice. Piénselo usted bien; hable Ud. con la señora marquesa... Un sacrificio del uno por el otro... Yo comprendo lo triste que es todo eso; pero el honor... el porvenir... En fin, cuente Ud. siempre conmigo, ¡siempre! ya sabe Ud...
Al volver á la alcoba, Carlos encontró á su amada todavía en el lecho, abriendo perezosamente las páginas de un libro nuevo con un largo alfiler de oro.
— ¿Apostamos á que vino que adivino cuál era ese asunto tan urgente? —dijo Liliana.
— No; no lo adivinas.
— Apostemos mil besos.
— No lo adivinas, Lili...
— Sí; se trata de cambiar los títulos de un ferrocarril que produce poco, por acciones de una compañía que promete mucho, ó de comprar rentas austriacas y de vender fondos españoles; en fin, algo así; ¿verdad? Dame mis mil besos.