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dorada de los cabellos, con los brazos esculturales cruzados bajo el pecho, levantando los senos de inmaculada belleza de flor; con las caderas delicadamente poderosas, con las piernas finas é inmóviles pegadas una contra la otra en una actitud llena de coquetería ingenua, su cuerpo, divino de juventud, divino de pureza, divino de elegancia, hacía pensar en aquellas adorables figulinas en las cuales los artistas de Tanagra eternizaron la perfección delicada y nerviosa de las antiguas pecadoras.

— ¡Lili! —proseguía Carlos— ¡Lili!... tú eres la evocación palpitante de todas las beldades muertas. Eres la reina de Saba; eres Cleopatra; eres Crisia; eres Ninón...

Después de hablar como artista, Llorede habló como enamorado: dijo los goces infinitos de su alma y los crueles tormentos de su corazón; dijo sus deseos, dijo sus esperanzas; habló como un esclavo dichoso de ser esclavo y deseoso de