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— ¡Ya lo creo que eres fuerte! Eres fuerte como un titán metamorfoseado en lirio.

Ella se echó á reir:

— «Hérculos loco que á los pies de Onfalia
La clave deja y al luchar rehusa.
Vate que olvida la vibrante musa».

— Si Robert te oyera recitar, se figuraría que, en efecto, eres una actriz de genio.

— ¿Quieres servirme de camarera ayudándome á desnudarme?... Yo soy Onfalia... Una Onfalia viuda... ¿qué te parece?...

La marquesa hablaba con una frivolidad incoherente, hasta entonces nunca usada en sus noches de idilio. Un alma nueva —alma de muñeca erórica y de cortesana artista— surgía repentinamente de su ser, acentuando su atractivo malsano de amante caprichosa y apasionada.

Carlos se arrodilló ante ella y comenzó