hará un esclavo del hombre que la odia, que la desprecia y que al mismo tiempo la adora.
Cambiando el tono de la conversación, Liliana comenzó á hablar de lo que ella llamaba el fondo de su vida.
— ... Yo me he sacrificado durante algunos años —decía— y hubiera continuado sacrificándome, porque era mi deber... Ud. sabe que mi marido no fué nunca para mí sino un amigo... Y Ud. sabe que ni siquiera fué un modelo de esposos, puesto que, de vez en cuando, alquilaba bailarinas... sí, «alquilaba»; no se espante Ud. de mi manera de hablar; yo soy muy franca, muy franca... Pero sus faltas no me hacían ningún daño, ni me inspiraban celos ningunos. Yo cumplía con mi deber, renunciando á mis deseos más íntimos, resistiendo á mis vehementes inclinaciones, y haciéndolo siempre con confianza... Créame Ud., Carlos: yo no tengo nada de que arrepentirme... Ud. mismo es testigo de que mi conducta