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Eran retratos de mujer. «Tal vez una antigua amiga ó una hermana muerta.» Pero no... Cada retrato representaba á una mujer diferente; algunas de ellas descotadas, otras vestidas con trajes extravagantes, todas peinadas con ese gusto especial á las horizontales de profesión. Encarnada de cólera, Liliana rompió los retratos sin leer las líneas escritas en algunos de ellos. Luego pensó en que podían ser recuerdos antiguos de una juventud lejana. Recogió uno de los fragmentos para fijarse en la fecha: «Enero de 1897.» «¡No podía ser más reciente!» «¡Y ella, en cambio, se había pasado la vida huyendo de las ocasiones de engañar á su marido, á pesar de su naturaleza juvenil, á pesar de sus deseos imperiosos, á pesar de los consejos de su propio médico!... Porque su médico era el primero en decirla á cada instante, con sonrisas maliciosas, que lo más indispensable para gozar de buena salud era un marido verdadero... Y ese «ma-