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— Al fin y al cabo, la fiesta es tuya; puedes invitar á quien se te antoje...
— ¡Hipócrita! Te conozco mejor que nadie, y sé que querrías verle... y hasta algo más...
Poniéndose colorada, la Muñeca se echó á reír nerviosamente.
En seguida dijo:
— ¡Invítale!