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—Pero ¿es cierto, cierto?...

— Sí.

— ¿Entonces, á pesar de las apariencias, tú no has conseguido aún nada con ella?...

— Sí... Hace más de quince días que vivimos juntos.

— En ese caso, no me lo explico...

— Yo tampoco... Esas cosas no se explican nunca... Son locuras, son la obra de la fatalidad, son lo que te dé la gana... pero son la vida misma con su fuerza irresistible. Son cosas que se hacen y que no se explican... Tú mismo serías capaz de hacerlo si te encontrases en mi situación... ¿no es cierto?

Carlos no se atrevió á responder una palabra, temeroso de ofender á su pobre amigo.

— Voy á decirte la verdad —prosiguió Robert—: me caso porque estoy loco, porque la adoro, porque entre ella y el honor, me quedo con ella... Yo conozco su vida mejor que nadie, y sé que ha sido