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— ¿Entonces?

— Entonces... Esa es una casualidad que no se revela por medio de ningún signo exterior. Yo conozco á algunos tísicos mucho más poderosos que los atletas de feria.

«Tal vez es cierto —díjose á sí misma la marquesa—. Carlos era insaciable... Pero Carlos ya no existe para mí... ¡no! ¡no!... Y, además, Carlos no era robusto y ponía algo de literario en sus caricias.»

En los labios de la Muñeca, la palabra «literario», quería decir «artificial», «quintaesenciado», «decadente». —Las orquídeas y los iris; las telas fabricadas por Liberty; las combinaciones sutiles de pálidos matices; las cabelleras peinadas á la Boticelli; mil cosas más, en fin, parecíanle «literarias». —«Yo misma, por mis gustos caprichosos y mis ardores febriles —decíase— soy algo literaria.» Y luego agregaba mentalmente, con un ligero suspiro: «... Por culpa de Carlos, que fué quien modeló mi alma á su antojo!»