los gestos de las precoces pecadoras de Steinlen; fresca, sin ser rosada, con una frescura de fruta primaveral, luciente y redonda; llena de agujerillos, que sonreían en sus mejillas, que sonreían en su barba, que sonreían en las articulaciones de sus dedos; pequeñita como una figura de Sajonia; con los cabellos muy negros; con la piel morena cual la de una bailadora marsellesa, Margot producía una sensación de fragilidad voluntariosa y atrevida. Su más irresistible atractivo nacía del contraste diabólico que producían sus ojos negros, profundos, ardientes, casi feroces, con sus labios frescos é ingenuos de niño goloso y alegre.
Su carácter no engañaba á nadie, por otra parte. —Todos sabían que era incapaz del menor sacrificio, interesada, instintivamente cruel y poco sensitiva en el fondo. Pero había tanto buen humor en su risa sonora y tanto atractivo en sus maneras, que nadie lograba escapar con facilidad á sus mimos y á sus za-