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DE LA ORTOGRAFÍA CASTELLANA

una cosa harto difícil i fastidiosa el arte tan indispensable de leer i escribir.

Así, lastimosamente, la ortografía, en vez de espresar sencillamente la palabra hablada, iba a ser la palestra en que rivalizaban aquellos sabios con sus supuestos conocimientos de la antigüedad i de la etimología.

2.° Desde mediados del siglo pasado, la Real Academia Española fijó su atencion en la necesidad de mejorar la ortografía castellana, que en aquel tiempo se encontró en un estado mui parecido al del portugues de hoi dia; es decir, conservaba muchas consonantes que no se pronunciaban (como la h, la ss = s, etc.), tenia varios signos para un mismo sonido(x, g, j para el sonido de la jota de hoi; c, z, ç; y, i; th, t; ph, f, etc.), i varios sonidos para un mismo signo (qu, y, ch, g, c, etc.), i otros inconvenientes mas. La mayor parte de estas dificultades debian su oríjen a la conservacion de letras que antiguamente en castellano, o por lo menos en las palabras correspondientes latinas, habian desempeñado distintos papeles, pero que en el trascurso del tiempo habian alterado su sonido primitivo; otras habian sido introducidas por amor a la claridad de la escritura, en tiempos que todavía no conocian las formas limpias i dilúcidas de nuestra escritura actual; así, v. g., se preferia la y, no solamente en castellano, sino en todas las lenguas románicas i jermánicas al fin de las palabras, en los diptongos i otras posiciones donde la i en la mala letra del tiempo no hubiera sido bastante claramente distinguible.

Poco a poco, procediendo con sabia moderacion, una edicion de la gramática i del Diccionario tras otra enmendó estas faltas. A no ser la reintroduccion de la h latina en gran número de palabras que de ella habian carecido en la escritura hasta el siglo XVIII, nunca se fijó la Real Academia en la etimolojía de las palabras, sino al contrario, eliminó esas ph, th, y del griego, que siempre se pronunciaban f, t, i, i que desfiguran hasta la hora actual la ortografía de tantas lenguas románicas i jermánicas. Aun introdujo cambios considerables en otras palabras sacadas del griego, alterando los grupos consonánticos que repugnaban al jenio del castellano, como pn, pt, ps, mn (pueumonía, ptisana, mnemónica) al principio de la palabra.

De esta manera, despues de cien años de trabajo sabio i razonable, a mediados de nuestro siglo la ortografía de la Academia estaba cerca de llegar a la perfeccion ideal. Solo le faltaban algunos pocos casos de simplificacion; por ejemplo, quedaba el sonido de la jota a veces escrito j, a veces g; la z se usaba únicamente ante de a, o, u, escribién-

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