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DE LA ORTOGRAFÍA CASTELLANA
a) i, y

La Gramática de la Academia dice: «Las letras i, y... han tenido sin regla fija i por mucho tiempo oficios promiscuos. Ya no ocupa la vocal los de la consonante; pero sí ésta los de aquélla en varios casos i contra toda razon ortográfica.

Se escribe y con el sonido vocal de i:

1.° Cuando esta vocal es conjuncion: cielo y tierra.

2.° Cuando precedida de una vocal, termina la palabra (sin llevar acento): ay, ley, estoy, muy (Gramát., páj.360).

Concediendo la Academia misma que este uso es contra toda razon ortográfica, ¿por qué conservaremos este resto de la costumbre jeneral en muchas lenguas durante los siglos pasados de escribir y en lugar de la i en todos los diptongos i al fin de la palabra?

La ortografía chilena en este punto es mas fonética, mas lójica i mas sencilla; nos ahorra algunas reglas, i por esto es preferible.

b) g, j

La Gramática de la Academia dice (páj. 356):

«Se escriben con g (en vez de j, segun la Ortografía de Bello):

1.° La voces que la tienen en su oríjen: genio, gigante, etc».

Contra este «uso» de la Academia tenemos que decir lo siguiente:

1.° La Academia siempre (ménos en la última edicion) ha tenido el tino de preferir la ortografía fonética a la etimolójica, i en favor de la primera no ha temido reformas que debian, en su tiempo, chocar mucho a la vista de los que leian dijo, bajo, cual en vez de dixo, baxo, qual, etc., cristiano en vez de christiano etc., i ha desterrado la letra ç por coincidir en el sonido con c o z. No hizo, pues, Andres Bello mas que continuar acertadamente en este camino cuando desterró la g del oficio i valor fonético de la j. La etimolojia no debe ser máxima de la ortografía, puesto que la aplicacion de una regla etimolójica exije no solo que se aprenda en cada palabra una ortografía caprichosa, no fun dada en la pronunciacion, sino que ademas exije que se justifique ese capricho por el aprendizaje de una palabra estranjera, cuyo significado i forma tienen con la palabra castellana ciertas relaciones históricas, desconocidas a todos los que no son filólogos o por lo menos saben a fondo el latin. Los filólogos verdaderos sabrán la etimolojía, aunque