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Y DE LAS ULTIMAS DISCUSIONES DEL CUERPO LEGISLATIVO

antes bien, cuando de ella se quisiera abusar, nunca hubo peor tirania que la fundada en el asentimiento y delegación de la democracia. No recelarán ciertamente ni aun los más desconfiados, que pudiera faltarle la fuerza material del ejército, que en Francia no suele hacer desprecio de su disciplina para mezclarse en materias políticas, ni es creíble que se inquiete con vigilante solicitud de los grados de libertad de los periódicos. En cuanto á clamores de la opinión general, que no fuera lícito menospreciar sin riesgo inmediato y patente de terribles catástrofes, muy perspicaz ó muy tímido habría de ser quien las considerase próximas antes del 19 de Enero de 1867. Como nación llena de vitalidad, no exenta de vaivenes en sus preferencias políticas, es posible que despierte algún día Francia del sueno en que quedó sumida después de las perturbaciones y alarmas de la revolución de Febrero: mas por aquella fecha aun no había dado muestras palpables de impaciencia. En cuanto al Cuerpo legislativo y al Senado, tales como están compuestos desde que comenzó el Imperio, no se habían notado indicios de que las mayorías estuvieran dispuestas á amotinarse. Si para el Gobierno imperial alguna dificultad ofrecen, como en estos últimos días se ha visto, para votar algún proyecto favorable á la imprenta serán la lentitud y resistencia, que en cuanto á conservar los rigores del sistema administrativo ó para agravarlos, bien podría el Gobierno imperial, como otros muchos, contar con la docilidad y apresuramiento de las falanjes ministeriales.

No sería justo, sin embargo, suponer al Gobierno francés tan pueril é incauto que no prevea lo que ha de suceder. Si pudiera conservar ilusiones, ya le habría ciertamente curado el lenguaje de la imprenta desde que cesaron las advertencias, y el que han empleado algunos oradores de la oposición en los recientes debates. Sin ayuda del don de profecía se puede dar por cierto que después de forzado silencio ha de haber algún exceso en la libertad nuevamente adquirida. De una parte (la que nos es más conocida) de la imprenta independiente de Francia, hay motivos para esperar ejemplos de dignidad y moderación que estén al nivel de la reputación de sus cultos y eminentes escritores. Pero del lado allá, como antes del lado acá de los Pirineos, habrá también periódicos de muy diversa índole: los habrá exagerados y procaces que, enardecidos en la contienda, den ocasión á los rigores de la justicia, y después irritados con el castigo que el sistema represivo autoriza,