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DE MADRID A NAPOLES

miento acerca del porvenir del alma: que nadie se resignó ya á sufrir en este mundo, desconfiando de su recompensa en el otro: que la humanidad empezó á considerarse á si misma como una raza de fieras esparcida por el globo, sin otro destino ni más cuidado que la satisfaccion de sus necesidades corpóreas y de sus caprichos mundanos; y que en consecuencia de esto, todos aspiraron á gozar cuanto les fuera posible dentro del plazo de su sentencia finita, y naturalmente, empezaron á reclamar de los poderes, de los gobiernos, de la misma sociedad, su cubierto en el banquete de la vida, primero con el nombre de derechos políticos (1789), y después con el nombre de derechos sociales (1848.)

Los gobiernos transiguieron con las masas cuando hicieron la primera reclamacion, y les dijeron: — Firmemos un pacto constitucional. Vosotras seréis parte del gobierno, y administrareis la cosa pública. Os creéis con un derecho contra la sociedad Venid á ejercerlo. Vosotras legislareis.

Esta fue la época parlamentaria de Francia, y de aquí nació todo el poderío de la clase media.

Pero la clase media se hizo rica y poderosa y desatendió los intereses que habia venido á proteger en el gobierno. Quizás los desatendió porque, estudiando por sí misma la cuestión social, la encontró irresoluble. Ello es que se llamó conservadora y se puso, hasta donde convino á sus intereses del momento, del lado del antiguo principio de autoridad y en contra de las masas, esto es, en contra de sus comitentes.

Mientras tanto, el descreimiento era cada vez mayor en las muchedumbres , y el espectáculo de la clase media enriquecida y atea aumentaba en ellas la sed de goces materiales. Ya no habia para qué pedir derechos polítieos. Los derechos políticos habían sido en su mano un cetro de caña. La única manera posible de ejercerlos era por medio de apoderados, y los apoderados (los diputados) se pasaban en seguida y engrosaban las filas de los deudores.

— Pidamos las cosas con sus verdaderos nombres y apellidos, se dijeron entonces; y pidámoslas por nosotros mismos.

Y apareció la moderna democracia. El pueblo derribó de nuevo la autoridad tradicional y con ella el gobierno representativo. Erigióse en poder, y en seguida que fue gobierno, planteó con franqueza la cuestion que le habia llevado á aquel estremo: planteó la cuestion social: pidió pan por derecho propio!

Pero la demanda era horrible y no podia satisfacerse: reuniéronse, pues, todos los elementos de reaccion, los históricos, los religiosos, los de. gloria patria (la clase medía, que tenia ya mucho que perder; el ejército, cuyo jornal está siempre asegurado, y el clero, que veia aniquilarse la sociedad cristiana), y batieron al pueblo, y lo vencieron, y constituyóse otra vez, sobre lo anarquía filosófica, social y política, el imperio discrecional de la fuerza.

Napoleon III no ha transigido la cuestión, ni la ha discutido siquiera,