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DE MADRID A NAPOLES

tida en arte; que es la más grotesca y torpe bacanal llevada á la escena ó paseada por los sitios públicos; que es, sin embargo, el non plus ultra del entusiasmo del pueblo parisien!...

Dicho se está, por consiguiente, que ya habia visto también á la Rigolboche, á la gran reputación de la época, á la bailarina fea y desvergonzada que guia un cochecillo por el Bosque de Boloña entre los aplausos de la multitud, y que á la noche hace su eslraordinaria pirueta en el Chateau Rouge, en el Casino-Cadet ó en el Jardín Mabille...

¡Ah! ¡la Rigolboche! — Sus retratos inundan á París: sus memorias han sido publicadas; sus dichos, sus modas, sus aventuras son la conversacion constante de la juventud divertida de la capital de Francia! — Los periódicos, algunos libros graves, muchas comedias, todos los vaudevilles y mil y mil canciones citan por su nombre á esta mujer fenomenal! — Su sonrisa, sus favores han arruinado ya á muchos capitalistas y á muchos jóvenes del arrabal Saint-Germain. — Rigolboche ha llegado á ser un adje- tivo. Algunos dicen: «Tal ó cual cosa es muy rigolboche...» «¡Qué chiste tan rigolboche

Ahora bien: ¿sabeis cuál es el mérito, cuáles son los títulos, cuál es el fundamento de la reputación de esa mozuela, que no es bella, que no tiene talento, que no ama la virtud y que ni tan siquiera sabe bailar? — Pues todo consiste en que la Rigolboche, en el solo del Cancan, levanta la pierna á una altura prodigiosa, hasta el punto de derribar el sombrero á sus admiradores!... Y en que bebe, y en que fuma, y en que no es hermosa, ni noble, ni honrada, ni discreta...! Esto es; en que constituye por sí misma la negacion de todas las convenciones, la abolicion de toda autoridad, el desconocimiento de toda ley, la subversión contra las reglas estéticas, morales y religiosas que sirven de eje al mecanismo de la sociedad...

Tal es la Rigolboche; tal es la figura mas popular que encontré en París... después de la figura política de Garibaldi.

Porque tambien Garibaldi era venerado por la opinion parisiense. — La Rigolboche reinaba sobre los cuerpos; Garibaldi sobre las almas. — La Rigolboche era el ideal artístico, el ideal poético, la suprema espresion de la belleza. Garibaldi era el ideal moral, el redentor político, el ejecutor de la justicia en las abominaciones de la historia.

Pero sigamos refiriendo las grandes cosas que habia observado en París cuando no acertaba á esplicarme el sentimiento de amargura y de disgusto que me inspiraban los prodigios de la metrópoli del universo...

Todavía recuerdo las siguientes:

La noche de la apertura del Teatro de los Italianos habia pasado revista á aquella brillante y terrible alta sociedad parisiense que da la moda al mundo, y cuyas encantadoras mujeres nos ha retratado Balzac con rasgos tan seductores y tan sombríos, que el mero vislumbre de su existen- cia deja en nuestras almas un rastro de fuego que no se estíngue nunca... — Aquellas mujeres aplaudían á la Alboni en la Sonnámbula... ¿Por