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EPILOGO.

máscara este Carnaval — ¡Y cuenta que el Carnaval es dentro de cinco dias!

¡Nada más grandioso que la vista de los Alpes, á las doce de la noche, en pleno invierno, cubiertos de su blanco sudario y alumbrados por la luna!

Cuando vuelva á Italia, harí la descripción de este cuadro. Ahora no pienso ya más que en llegar á España.


Paris, 6 de febrero.


Acabo de llegar.

Son las cinco de la mañana; pero aún no amanecerá hasta dentro de dos horas y media.

Las anchurosas calles de la gran ciudad están completamente solas y mudas. — París duerme.

Nosotros lo atravesamos de un extremo á otro, y nos ponemos en franquia para seguir nuestro viaje á España.


Burdeos, 8 de febrero.


¡Excelentes ostras y excelente vino!.....

Pero el pito del tren sólo nos deja ya tiempo para pagar nuestro gasto de dos dias.. .. ¡Adelante, pues!


Irun, á la una de la madrugada del 9 de febrero.

Hace una hora que pasé la frontera y pisé tierra de ESPAÑA.....

¡ESPAÑA!..... — No ofenderé mi patriotismo, definiendo la santa alegría con que pronuncio este nombre, con que oigo hablar castellano en torno mio, con que respiro el aire de la pátria.....

Adivínelo lodo quien me leyere.


Lúnes, 11 de febrero.


Esta mañana llegué á Madrid.

Era segundo dia de Carnaval... Me vestí de máscara, y me fui al Prado, en busca de personas muy queridas.

Les hablé, y no me conocieron: en castigo de lo cual, me abstengo aquí de decirles mi opinión acerca del gran problema que enciérrala unidad italiana

«La elocuencia es plata; pero el silencio es oro» dicen los orientales.

Y, hablando en plata, yo no sé qué decir de la cuestión de Roma.


FIN.