Al oscurecer pasamos delante de Gaeta.
Truena el canon — Es el estertor de agonía de la vieja Italia.....
¡Salud á la Italia nueva, que se levanta del sepulcro!— Pero ¡honor tambien al último Campeón de la historia! ¡Honor asimismo á la hermosa Heroina de Gaeta, á la Reina destronada!
Hemos navegado toda la noche.
Nos amanece delante de Civita-Vecchia.
La Escuadra Española se halla fondeada en el Puerto. — Acaba de llegar de Gaeta. — ¡Cómo alegra mi alíñala bandera roja y amarilla!
Aquí me separo de Dióscoro Puebla, á quien acompaño hasta el muelle.
Él salta en tierra y se dirige al ferro-carril. — Esta noche se hallará de vuelta en Roma.
Yo regreso al Vapor, donde me paso el dia viendo á lo lejos las melancólicas llanuras del Estado del Papa y evocando mis recientes memorias de la Ciudad Eterna.
A las cuatro de la tarde levamos anclas con rumbo á Liorna.
Hace un tiempo hermosísimo: el horizonte, azul y despejado, se pierde de vista hacia poniente: el sol, al ocultarse, nos deja ver la erizada silueta de la Isla de Córcega, por delante de la cual pasamos á muchas leguas de distancia.
El capitán del Vapor me señala una Isla pequeña que se ve más acá, á unas tres leguas de nuestro derrotero.
Es la Isla de Monte-Cristo..... , con la cual tanto he soñado.
A la noche se toma el té y se baila sobre cubierta, á la luz de la luna, que esclarece los cielos y la mar en toda la plenitud de su belleza.
Yo mido con la vista la triple estela rutilante que la quilla y las ruedas del Vapor dejan en pos de sí, y la descuento de la distancia que me separa de tantos seres queridos, y fluctúo entre la pena de dejar á Italia y la alegría de acercarme al suelo que me vio nacer.
Las hermosas y elegantes pasajeras se han cansado de bailar, y descienden á sus camarotes, acompañadas de sus amantes, de sus maridos ó de sus padres.
Yo quedo solo sobre cubierta.
El capitán y el timonel cruzan algunas señales ó se dirigen algunas palabras técnicas de un extremo á otro del buque
A las doce de la noche distingo tierra á derecha é izquierda, y más de un faro que nos avisa los riesgos
Pasamos entre Piombino y la Isla de Elba.
Al ser de dia estamos en Liorna.
Reconozco el puerto á que arribé hace cerca de dos meses, cuando aún no habla visto á Florencia, Roma y Nápoles.