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DE MADRID A NAPOLES

sucede nada; y, sin embargo, todo os parece animado y vivo; todo recien- te y nuevo.

¡Y ni compadecer podeis el destino de los pompeyanos! A cada momento, halláis á la entrada de una calle, ó en la puerta de una casa, un atributo infame de prostitución, un signo de vileza, un ídolo nefando que os hace apartar la vista con horror...

Yo no ceso de recordar la Pentápolis de Zorrilla.

Con estos geroglíficos impuros
Se adornaron los pórticos , las fuentes,
Las calles y las plazas y los muros;
Y no quedaron ojos inocentes,
Ni oidos castos, ni recuerdos puros,
Ni rubor en los rostros impudentes...

El poeta habla de Sodoma: cualquiera diria que hablaba de Pompeya.

Por lo demás, la historia ostenta aquí un carácter con que no aparece en otra parte alguna. No es esta una representación ó rememoración del Mundo Antiguo , colegido por las ruinas, adivinado por los monumentos, aprendido por la erudición. — La Antigüedad aparece aquí real, tangible, presente. ¡Es que no hnn pasado los diez y ocho siglos!

Y, en efecto, para Pompeya no han pasado. — Pompeya no ha sido testigo de nada de lo que ha sucedido en el mundo durante su largo sueño. — Sus casas, sus calles, sus templos no han visto lucir esos cientos de miles de soles que constituyen casi todo el Imperio Romano, toda la Edad Media y los siglos del Renacimiento. — Trae, pues, Pompeya á la imaginación la idea del Dia del Juicio.

He penetrado en muchas casas: he recorrido todas sus habitaciones, distribuidas al estilo griego, con suelos de mosaico y preciosas pinturas en las paredes: heme detenido en el átrio, en el peristilo, en el venereum, en el cubículo, en el trichnio , en el larario. — Y me he preguntado por aquellas costumbres, por aquella civilización, por aquellos dioses... — Y la Era Cristiana ha aparecido ante mis ojos como un océano interpuesto entre dos mundos!

Las casas de Pompeya tenían (y tienen) en vez de número, el nombre (le su dueño, escrito con letras rojas. — Diríase que los pompeyanos preveían el destino de su Ciudad y adivinaban que con el tiempo la recorrerían otras generaciones, sin hallar á quién preguntarle noticias sobre la población.

En la esquina de una calle leo el siguiente anuncio , escrito en latin sobre el muro: «Se alquila en los dominios de Julia Félix, hija de Spurius, del 1.° al 6 de los idus de agosto, un baño, un venereum, noventa puestos ó tiendas y algunas piezas en el primer piso, por cinco años consecutivos. —Si se estableciere casa de PROSTITUCION, se anulará el arrendamiento.» ¡Siempre el mismo ritornello! ¡Siempre la prostitucion!

Imposible me fuera apuntar todo lo que veo y me maravilla; pero el