Página:De Madrid a Nápoles (1878).djvu/611

Esta página ha sido corregida
561
DE MADRID A NAPOLES

llos para la primera mitad de la ascension, y un Guia para el resto de ella.

8.° Al medio dia bajaremos por el otro lado del Volcan, y llegaremos á Herculano.

Y 9.° y último: Despues de visitar las calles subterráneas de Herculano, regresaremos á Nápoles en camino de hierro.

Total: unos cien francos por persona.

Dos horas despues.

Hénos á las puertas de Pompeya.

La primera ojeada basta para sentirlo y comprenderlo todo.

Una calle larga, recta y sola, embaldosada de lava, con altas aceras, se extientle ante nuestros ojos. — A uno y otro lado se ven casas con los techos derruidos. — En esta calle no hay otro vestigio humano que las huellas marcadas en el pavimento por los carros que rodaron muchos años sobre él y que despues no han rodado durante diez y ocho siglos.

Nada se oye. — Nadie pasa por ninguna parte...

Como esta calle, hay muchas..., muchísimas...

¡Y nada más !

De trecho en trecho encontramos unas pasaderas de piedra , destinadas á que los transeúntes cruzasen de una acera á otra los dias de lodo. Entre las pasaderas quedan cuatro ranuras , abiertas á distancias proporcionadas á la anchura de los carros de aquellos tiempos.

Estos pormenores, que tanto recuerdan la vida, me causan una profunda trísteza.

A la puerta de alganas casas hay unos altos asientos de piedra, á los cuales se subian los pompeyanos para montar á caballo.

Hoy son inútiles.

En los muros se leen borrosos letreros en latin, escritos hace mil ocho cientos años, que delatan los amores de tal mujer, ó el delito de cual hombre; versos de Virgilio ó de Ovidio; palabras obscenas, y anuncios de funciones dramáticas ó de luchas de gladiadores.

¡Estas funciones no llegaron á verificarse!

Las fuentes públicas que se encuentran á cada paso no manan agua; los conductos de plomo que los surtían están rotos, y otros se ven fundidos por la abrasada ceniza que exterminó la Ciudad.

¡Cuánta desolación !

Pasais de una calle á otra: veis Arcos de Triunfo; veis Palacios, veis Templos, veis anchas Plazas llenas de grandiosas columnas que permanecen de pié, ó cuyos capiteles yacen al lado de los pedestales; veis el Forum Civile, el Templo de Vénus, las Thermas ó Baños Públicos, los Tribunales, las Fábricas, los Teatros...; pasais de la Calle de las Tumbas á la Calle de los doce Dioses, de la Villa de Ciceron á las Prisiones; recorréis toda la Ciudad en mil sentidos, y no encontráis á nadie, y no