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DE MADRID A NAPOLES

dad se sublevó y los insurgentes invadieron la cárcel, poniendo en libertad á todos los presos políticos. Pero la autoridad romana, que veia venir el motin , se habla anticipado á sacar secretamente de la cárcel, quince minutos antes del alzamiento, á estos dos infelices reos y á esconderlos en otro lugar , desde donde los envió á Roma con el mayor misterio.... ¡cuando Perugia y toda la Umbría formaban ya parte de los dominios de Victor Manuel! — Una vez en Roma los dos prisioneros, se han dejado pasar tres meses, y hasta que ayer fueron trasladados á Civita-Vecchia (la ciudad más fuerte del Estado romano, copiosamente guarnecida de tropas francesas), con el solo , con el único , con el exclusivo objeto de ajusticiarlos hoy..., lo cual se ha verificado sin aparato ni ruido. — ¡Entre tanto, sus compañeros en la prisión, sus cómplices en el delito, toda Perugia, toda la Umbría, llevan cuatro meses de ser liberales impunemente! — Repetid conmigo,.... que la suerte es caprichosa.

Pero anochece, y el capitán del Durance, excelente marino, á quien tuve el gusto de conocer en África (pues mandaba uno de los buques sardos contratados por nuestro gobierno), nos envía á buscar para que lo acompañemos á pranzo, quiero decir, á comer...

Vamos allá, y hagamos por la vida, sin miedo alguno de que nos guillotinen por hberales... — Dígolo, porque ya hemos levado anclas, y somos libres...; tan libres, que estamos en plena posesión del mar, bajo la bandera francesa, con rumbo á Nápoles, ciudad libre también!

Para ello ¡trabajo nos ha costado legalizar nuestra situación á ios ojos de la policía romana! — ¿Querréis creer que nos pedían en la estación del ferro-carril de Civita-Vecchia un certificado del cura de nuestra parroquia en Roma, que nos autorizase á dejar los Estados Pontificios ¿Querréis creer que, porque no teníamos ese certificado, trataban de hacernos regresar á la Ciudad Eterna? ¿ Querréis creer que hasta que se convenció un Empleado, nada Salomón, de que no éramos italianos, nos hemos visto amenazados por los gendarmes del Papa?

¡Ah , noble y beatísimo Pio IX ! ¡ Qué cosas se hacen en su santo nombre ! Y ¡qué inmensa distancia , qué absoluta diferencia existe entre lo que se ve y se adivina con dolor en el Estado Romano y aquel alma bondadosa, paternal, angéhca, que acoge tan cariñosamente á los peregrinos, Y derrama un bálsamo tan benéfico en los corazones atormentados!


Día 13.- A bordo del Durance.

Ya es de dia. — Subamos sobre cubierta. — Debemos de estar á la vista de Nápoles.

La noche ha sido penosa: hemos navegado con viento contrarío, y esto ha retardado dos horas nuestro viaje.

Me alegro en el alma: así veré con luz del dia los sublimes panoramas que van á descorrerse ante mis ojos.