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DE MADRID A NAPOLES

fico traje, la otra completamente desnuda, y ambas, en mi concepto , de igual manera profanas ó mundanales, á tal punto que nadie adivina cuál sea el amor celeste y cuál el amor terreno. — Aquella obra, magistral á pesar de todo, es una de las glorias de Ticiano.

En la célebre Farnesima (antigua Villa Chigi), situada á la orilla derecha del Tiber y perteneciente hoy al defensor de Gaeta; en la misma Farnesina donde el banquero Chigi dio al papa Leon X aquel famoso banquete en que la vajilla (toda de oro y plata) se iba arrojando al rio según servia (sin perjuicio de ser sacada á la noche siguiente, mediante una red ten-dida de antemano); en la Farnesina, digo, he contemplado con verdadero éxtasis los renombrados Frescos de Rafael , y, sobre todo, el nunca bien ponderado Triunfo de Calatea, uno de los primeros asombros del arte, en que no se sabe qué admirar más, si la hermosura humana de las figuras, ó la grandeza olímpica de la composición. — Si en Roma pudiera detenerse uno largamente delante de alguna obra, cuando hay tantísimas de primer orden, describiría, con la detención que he empleado durante mi viaje en obras de menos mérito, todos los alardes de genio, de erudición y de talento que ha hecho Rafael en la Farnesina. Sólo diré que, ó el pintor de Urbino habia visto, como creen algunos. Frescos y Bronces de la Antigüedad por el estilo de los que se descubrieron bajo escombros y cenizas algunos siglos después, ó entre sus inspiraciones cristianas , que le hicieron entrever el Cielo tantas veces, tuvo un día la inspiración, la intuición por mejor decir, de la belleza clásica, y se le revelaron todos los prodigios de ornamentación del gusto pompeyano.

En la Galería Campana (que por cierto está de venta) son de admirar los Vasos Elruscos y los Bronces griegos que encierra.

En la Galería Colonna llaman más la atención los Paisajes de Poussin y de Claudio de Lorena que las composiciones de Guido Reni y. de Pablo el Veronés; pero no más que un San Gerónimo de nuestro Ribera.

En la Galería Corsini me enorgullecí mirando una Virgen de Murillo, digna ciertamente de nuestro gran pintor. — La Biblioteca de este Palacio, abierta al público, encierra 1,300 manuscritos y 60,000 volúmenes.

En la Galería Doria Panfili hay otra obra española de mayor mérito aún, y que eclipsa todas las demás que allí se encuentran. — Tal es un Retrato de Inocencio XI; de aquel severo Pontífice que empezó por soldado raso y acabó por tener en respeto á la Francia de Luis XIV. El retrato ocupa uno de los lados del hueco de un balcón, en una especie de gabinete ó tribuna, donde hay un diván dispuesto para que se admire con reposo aquella obra maestra de la pintura española. — Conocéis á Velazquez: sabéis que infundía vida al lienzo. — Imaginad , pues , á aquel gran Papa resucitado, con su carácter violento, con su férrea virtud, con su tremenda austeridad; tal como era, en fin, y tendréis idea de aquel cua-dro, que en verdad, en verdad, causa miedo.

Por último, en la Galería Farnesio he visto los renombrados Frescos de Anibal Carracci, quien, ayudado de su hermano Agustin, del Domíni-