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DE MADRID A NAPOLES

Las Sibilas, tambien en el estilo de Miguel Ángel; pero muy superior, en concepto de los críticos, á las obras de este último artista.

En cambio, en San Pietro in Vinculi, luce el inmortal Buonaroti todo su ingenio con su justamente renombrado Moisés. — ¿Quién no ha oido hablar de esta grandiosa Estátua? ¿Quién no la ba visto mil veces, copiada por el grabado ó la fotografía? — Yo no diré más sino que, mirando á aquel gigante de mármol, he recordado con toda su viveza la impresión de respeto, de veneración y de susto con que leí por primera vez el Pentateuco. — El Moisés de Miguel Angel es á un mismo tiempo el valeroso caudillo del pueblo de Israel , el gran Legislador hebreo y el Sumo Sacerdote que sintió pavor en el Sinaí... — ¡Cuánta grandeza, cuánta inspiración en aquella colosal figura!

Aun después de conocer estas maravillas , he ido una vez y otra á Santa Trinita de Monti á contemplar extasiado el Descendimiento de la Cruz, cuadro de grandes dimensiones, dibujado por Miguel Ángel y pintado por Daniel Volterra, de cuya obra han dicho muchos artistas que es la más bella del Renacimiento , sin excluir la celebérrima Transfiguración de Rafael. — Yo no he visto todavía la Transfíguracion; mañana la veré , si Dios quiere.

Los Palacios particulares de Roma no brillan por su mérito arquitectónico, si se esceptúan el de Venecia (construido por la antigua Señoría y residencia hoy del Embajador de Austria), notable por su aspecto feudal, esencialmente florentino; el Palacio Massimi, de exquisito gusto, y el Palacio Farnesio, que pasa por el más acabado del Renacimiento. — Los restantes son grandes y hermosas casas de piedra, y nada más.— En cambio, encierran Cuadros y Estátuas de primer órden.

Prescindiendo ahora del Vaticano, en donde no he estado todavía (pues quiero entrar allí por primera vez cuando vaya á visitar al Papa), las obras que más me han sorprendido en los Palacios de Roma son las siguientes:

En la Galería Barberine , una Fornarina de Rafael , inferior á la que ya conocemos, y la célebre Beatrice Cenci de Guido Reni , admirable por su tierna expresión , en que se revela todo el negro destino de aquella hermosa cuanto infortunada niña. — Tambien debe visitarse la Biblioteca del Palacio, que consta de 50,000 volúmenes.

En la Galería Borghese, que se compone de doce Salas , y que es una de las más ricas de Roma, se admira una Leda , obra de un discípulo de Vinci; — un César Borgia, por Rafael; — algunos cuadros del divino pintor, repeticiones de otros que ya conocemos; — la famosa Sibila de Cumas, de Dominiquino, (artista que voy venerando cada vez más); — una Danae de Corregió; — la Caza de Diana (por el Dominiquino), cuya hermosura sorprende mucho en un pintor tan sobresaliente en los asuntos místicos; — y El amor sagrado y el amor profano, representados por dos mujeres hechiceras, sentadas al lado de una fuente, vestida la una con un magní-