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DE MADRID A NAPOLES

devoción que requiere el caso, más atentos al espíritu de las cosas, que á la forma artística en que hayan sido expresadas.

Las cinco Puertas de la Fachada principal dan á un extenso Vestíbulo ó Pórtico, en cuyos extremos laterales se ven dos soberbias Estátuas ecuestres: la de Constantino y la de Carlomagno.—A San Pedro y á San Pablo, cuyas estátuas vimos antes, los llamamos las dos grandes Colum- nas de la Eé.—Constantino y Carlomagno son las dos grandes Columnas dela Iglesia; sus paladines en el Siglo.—El uno puso al servicio de la Cruz las águilas romanas, reconoció el Cristianismo, lo levantó sobre su trono, legalizó su existencia en el Imperio: el otro aumentó los Estados de la Iglesia, los defendió, los aseguró.—El primero es el escudo, la egi- da de la Iglesia Romana: el segundo, el mantenedor del Reino Pontifi- cio.—Hé aquí por qué los sucesores de San Pedro han dado tan alto testi- monio de gratitud á esos dos Príncipes magnánimos y piadosos, de los Cuales el uno es el campeon de su Poder espiritual, y el otro el campeon de su Poder temporal.—Como Papas y como Reyes, los Pontífices roma= nos les debian el alto honor que les han dispensado de admitirlos á ca- ballo en el Vestíbulo de San Pedro.

En este mismo Vestibulo se ven unas antiguas Lápidas , procedentes del pórtico de la humilde Basilica de Constantino, que ocupó aquel lugar. Entre ellas hay una de mármol negro, en que se lee una Elegía compues- ta por Carlomagno en 1795, con motivo de la muerte de su amigo el papa Adriano L.

Las lamentaciones del Emperador principian de este modo:

Post Patrem lachrymans, Carolus, hoc Carmina scripsi, Tu mihi dulcis Amor, te modo plango Pater,

Tu memor esto mei, sequilur te mens meo semper: Nomina jungo simul titulis, clarissime, nostra; ADRIANUS, CAROLU>, Rez ego, tu que paler.

A las cinco Puertas citadas, corresponden otras cinco que dan paso del Vestíbulo al Interior del templo. —Encima de la Puerta de en medio se ve la célebre Navicella (la Barquilla de San Pedro) de Giotto, que tam- bien fue ejecutada para la antigua Basílica.—La cuarta Puerta, contando de izquierda á derecha, está murada, y sólo se abre cada einte y cinco años para el Jubileo.—Se llama la Puerta Santa.

Ya no habia más remedio que entrar. Algunos devotos me marcaban el camino, entreabriendo la cancela de la única Puerta que no se hallaba cerrada... ¡Un paso más, y daban fin los muchos años que habia pasado imaginándome á San Pedro y sin haberlo visto!... Un paso más, y me quedaba en la vida con un misterio ménos en el alma...

Di este paso, y entré.

Toda la magnificencia del Templo se desplegó súbitamente ante mis ojos, y en verdad os digo que ni el Escorial, ni la Catedral de Milan, ni la