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DE MADRID A NAPOLES

blamos para entretener el ócio, en tanto que Jussuf explora el camino con sus ojos de leon, buscando los anunciados salteadores; — y de esta manera, creedme, no lo pasamos del todo mal!

Poco despues del mediodia dejamos atras á Radicofani, última aldea de la Toscana , y á eso de la una llegamos á Ponte-Centeno.— Entre uno y otro pueblo se encontraba úntes la frontera de los estados PONTIFIOS; pero, desde hace algunos meses, se halla un poco más abajo.

A las tres nos encontramos en la villa de Acquapendente, llamada así de las muchas cascadas que hay en sus cercanías.

El terreno ofrece cada vez más caracteres volcánicos.

A las cuatro, llegamos á San Lorenzo Nuovo, aldea construida por Pio VI para albergar á los habitantes de San Lorenzo Vecchio ó Rovinato (arruinado), á quienes la malaria habia obligado á abandonar sus ho- gares.

Desde aquí descubrimos á nuestros pies el pintoresco Lago de Bolse- na, redondo, de unas tres leguas de diámetro, cercado de rocas volcáni- cas y de una frondosísima comarca cubierta de colosales encinas. — En medio del Lago se ven dos pequeñas islas, tapizadas tambien de una rica vegetacion. — Finalmente, en la margen oriental se asienta una pobre Aldea , que da su nombre ó se lo debe al Lago.

Esta region , á pesar de su riente aspecto y de su feracidad, se halla también deshabitada. La mísera aldea de Bolsena es el resto de la an- tigua , floreciente Ciudad de Vulsinii, una de las más renombradas entre las etruscas, y los 1,500 infortunados que hoy la habitan tienen que aban- donarla todos los años durante los ocho meses que reina el aria cattiva. — El Lago no es otra cosa que el lugar que ocupó no se sabe cuándo el anchísimo cráter de un Volcan, y la evaporacion de sus aguas envenena el ambiente que se respira en este oasis.

Ala parte occidental del Lago se dilata un pais, que nosotros des- cubrimos vagamente , sembrado todo de cadáveres insepultos de podero- sas Ciudades... — Allí existieron Saturnia , Sovana, Toscanella, Vulci... y otras muchas más, de las cuales quedan algunos cimientos ciclópeos de templos y viviendas , trozos de colosales columnas de basalto , y la formidable raiz de extensísimas murallas que debieron de competir con las de la antigua Babilonia.

Cerca ya del oscurecer , nos encontramos abajo, á las orillas del Lago de Bolsena, mudando tiro en la aldea del mismo nombre.

Nueva consulta: ¿Seguiremos adelante?

«A las puertas mismas de la Aldea principia un temido bosque de en- cinas , aclarado á derecha é izquierda , á causa de los bandidos que se ocultaban en él para atacar á los viajeros...>> (dice la Guia que llevamos á mano).

— Hace tres dias (añade el maestro de postas) han robado á un co- mandante francés media hora antes de llegar á Bolsena, cuando ya se creia libre del maldito Bosque.