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DE MADRID A NAPOLES

jeres, que no era sino una variante de la gran familia de las entretenidas.

Síntesis. — La entretedida es una especie de esposa; una esposa dentro de las condiciones de la vida parisien; la esposa, según la civilizacion; la esposa, según la naturaleza; todo lo contrario de la esposa del cristianismo.

No la confundáis sin embargo, con otra mujer peor... — ¡Heriríais la dignidad de la tercera parte de las mujeres elegantes de París!

Pero, á pesar de saber esto, yo, á fuer de salvaje, vulgo español, creo más funesta á la entretenida que á la otra miserable vigilada por el gobierno.

La entretenida es la manifestacion de un partido social, ó sea antisocial, que cunde y avanza en contra del matrimonio , á la manera del comunismo en contra de la propiedad.

La entretenida revela además una cosa horrible de que be notado otros muchos síntomas: el abandono en que gime el alma humana en medio de aquella brillante civilizacion; el ningún cultivo que se da á sus más nobles facultades; el olvido de sus santos intereses.

Hay en todo esto algo peor que el paganismo. El pagano, aunque se creia superior á la mujer, le exigia amor, reclamaba de ella virtud, la hacía su esposa para toda la vida.

Hay tambien algo peor que el islamismo. El mahometano, si no emplea su alma en el amor á la mujer, tiene amor y alma para adorar á Dios.

Pero el parisien que toma á sueldo una mujer, ni la ama con el espíritu, porque este amor no existe sin admiracion ó aprecio, ni aspira á ser amado, puesto que el amor del alma no se compra ni se vende. ¡Y sin embargo, se contenta con vivir de esta manera, y engorda, y el ocio del alma no lo mala de melancolía!...

¡El alma! — Su alma es una parásita de su cuerpo. Su alma no tiene sed de otra alma , ni se agita en el deseo de reposar en Dios. Su alma tiene sed de oro, única omnipotencia que reconoce, para subvenir á todas sus necesidades animales.

El moderno lenguaje francés se vale de una frase espantosa que comprueba lo que estoy diciendo.

— ¿Cómo está fulano? le preguntais á cualquiera. ¿Qué sabéis de él?

— Fulano no es feliz, os responderá melancólicamente...

Y con esto ha querido significaros que fulano tiene poco dinero.

Apelo á todos los que han estado en Francia para que digan si esto no es así.

¡Y, sin embargo, el tal fulano suele ser un hombre de bien, que vive en paz en el seno de su familia y en el cumplimiento de sus deberes, aunque no pueda gastar un lujo que de manera alguna echa do menos!

¡Como si un pobre no pudiera ser feliz!

¡Como si un mendigo no pudiera ser más dichoso que un emperador!