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DE MADRID A NAPOLES

obra de esta naturaleza, contra ol dictamen de todos los arquitectos de su siglo, que lo tomaron por loco cuando lo oyeron exponer su proyecto. — Baste deciros, para que comprendáis cuan difícil se creia entonces edificar una cúpula de tan gigantescas dimensiones, que artistas muy renombrados propusieron que se empezase por llenar de tierra el centro de la Iglesia, hasta que la cúspide de una montaña artificial saliese por la abertura que se trataba de cubrir; por cuyo medio, sólo les restaba construir una especie de corteza sobre aquel molde.

Este ridículo pensamiento tuvo sin embargo su lado ingenioso, que consistió en proponer que, al formar el susodicho monte, se mezclasen monedas con la tierra, á fin de que el pueblo en masa se diese luego prisa á desocupar el templo... — Así y todo, fue desechado, y Brunelleschi obtuvo al fin permiso para ensayar su idea, tan sencilla como barata (pues ni requeria grandes andamios, ni armaduras de hierro, ni arbotantes , ni ninguna de las pueriles precauciones tomadas hasta entonces por la ignorancia para acometer obras de este género), y levantó aquella portentosa máquina, aquel templo aéreo, cuyo diámetro pasa de 130 pies, y cuyo vértice dista 300 pies del pavimento de la Iglesia.

Algunos dicen que la cúpula de Brunelleschi tiene más mérito que la de Miguel Ángel , que hemos citado, construida un siglo después... (Vése ya desde luego, que tiene el de la prioridad). Pero este mérito, añaden, no consiste en la belleza, sino en el atrevimiento de la construcción...— Yo me alegro de que así sea; pues de este modo conservo íntegra la ilusión con que espero ansiosamente el dichoso instante en que pueda contemplar la célebre maravilla del Renacimiento, la decantada Cúpula de San Pedro de Roma, llamada por Víctor-Hugo en Notre Dame de París: «Idea de desesperación...; obra inmensa que merecía ser única;- última originalidad de la arquitectura ; firma de un artista gigante al pié del colosal registro de piedra que se cerraba... »

El Campanile , que se alza al lado del Duomo, es, según ya he indicado, mucho más bello que el de Pisa, si bien de forma menos extraña. — Giotto, el ilustre Giotto, lo dibujó y empezó á construirlo. — Su estilo es gótico italiano, pero tan delicado y gracioso, que nuestro emperador Carlos V decia que aquella obra maravillosa «debería estar encerrade en un estuche, á fin de que el tiempo no la ajase...» — Su altura llega á 258 pies. Es cuadrado, y consta de cinco cuerpos revestidos de mármoles de colores. El primer cuerpo está adornado de preciosísimos bajo-relieves, y el segundo de estatuas de extraordinario mérito esculpidas por Giotto, Donatello, Luca della Robbia y otros célebres artistas. Los demás cuerpos ostentan elegantes ventanas ojivales. — La idea de Giotto era coronar la Torre con una pirámide de sesenta pies; pero Tadeo Gaddi, que terminó la obra, no se atrevió á levantarla.

El Bautisterio es digno del Campanile, pero no tan bello como el de Pisa. — En cambio, sus tres Puertas de bronce están reputadas como otros tantos prodigios de arte, y Miguel Ángel decia de una de ellas «que merecía