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DE MADRID A NAPOLES

Magno? — ¡La alianza de Francia con Inglaterra!... ¡La razón mercantil, convertida en razón de Estado; la tiranía, sin la disculpa de la gloria; la perturbación, sin la enseñanza de la libertad; el insulto de Santa Elena no vengado ; la independencia de Italia, emprendida como un negocio, y temida y escatimada cuando se convierte en una magnífica y pasmosa resurrección; Roma, farisaicamente protegida, estratégicamente ocupada; una escuadra en Gaeta , prolongando la agonía de sitiados y sitiadores; ¡por todas partes la duda ó la codicia , la debilidad ó la fuerza bruta!... — ¡Y, como justificación de tanta mengua, el temor á la plebe ; el miedo á un millón de desgraciados que cifran el ideal de su ventura en la posesión del pan ageno!!!...»

— Hé allí nuestro camino: (me decía en tanto mi amigo Caballero, señalando al ferro-carril de Florencia por Luca). Son las dos y media... Es- tamos precisamente encima de la Estación... El tren sale á las tres menos diez minutos... De Pisa á Luca se va en tres cuartos de hora... Nuestro equipaje nos espera al pie de la Torre... Partamos!...

— ¡Sí... sí : bajemos del Campanile! contesté yo, asombrándome de ser todavía tan entusiasta.

Y pocos minutos después corríamos á toda máquina con dirección á Luca.


III.


LUCA.


(Escrito en Florencia.)


El ferro-carril de Pisa á Luca faldea primero los Montes Písanos (cubiertos de frondosa arboleda y célebres por sus mármoles riquísimos, asi como por sus aguas termales), y penetra en seguida en una estrecha garganta, que dá paso á otro valle cruzado por el caudaloso Serchio.

En medio de aquel valle se asienta Luca.— Y hé aquí (como dice Dante:)

perché i Pisan veder Lucen non ponno,

Al principio, no se vé de la Capital del antiguo Ducado más que la cuadrada Torre de la Catedral ; pues Luca está cercada de anchas murallas no muy altas, ceñidas por un foso y plantadas de pomposas alamedas, que forman como un nido de flores y verdura dentro del cual queda escondida la población.

En torno de aquella gran maceta se extiende una amena llanura rodea- da de ásperas montañas, en la que se ven á lo lejos tres ó cuatro pueblecillos...— Y á esto se reduce todo el Estado de Luca...— ¡Porque ya sabréis que, al pasar los Montes Písanos, habíamos entrado en otra ex-nacion,— que era todavía un Reino independiente hace trece años!...

Salva la hipérbole, pudiera decirse que la historia particular de Luca