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DE MADRID A NAPOLES

Así habló nuestro Quintana. — Galileo liabia dicho lo mismo en menos palabras á los setenta años de edad, el dia en que la Inquisición de Roma le obligó á abjurar de rodillas sus errores astronómicos: . — «¡E pur si mouve!» exclamó el gran matemático.

Pero subamos al Campanile.

Los 338 peldaños de la escalera de aquella Torre se parecen á los de todas las torres del universo en lo penosos que son de subir; mas, una vez en lo alto de la de Pisa , se da uno por recompensado de tal fatiga con el delicioso panorama que se despliega ante los ojos.

Una feracísima llanura, que termina por un lado en el Mar y por otro en los Montes Pisanos; — toda Pisa, extendiéndose á vuestros pies, partida por el Rio, sobre el cual se dibujan tres hermosos Puentes, y rodeada de Jardines verdes como en Mayo; — cuatro Ferro-carriles (de los cuales uno va á Liorna; otro á Florencia, pasando por Luca, Pistoja y Prato; el tercero, más directamente á Florencia , enlazándose con la gran línea que llega á Siena y se dirigirá con el tiempo á Roma; y el cuarto, que está en construcción, á Génova por la Spezzia); — amarillas Carreteras que, como undulantes cintas, cortan en todas direcciones el frondoso llano; — Liorna en lontananza, bañándose en el mar; — luego las islas Gorgona y Capraia. de que habla Dante, campeando solitarias en medio de las olas; — más lejos, la erizada silueta de la Isla de Córcega, — y en otro lado, un pedazo de la Isla de Elba, saliendo bruscamente por detrás de un cabo de la Tierra Firme... — tal es el asombroso cuadro que se descubre, y que yo contemplé extasiado aquella mañana, desde lo alto del Campanile.

¡ Córcega y Elba ! ¡ La cuna y la prisión de Bonaparte; su oriente y su ocaso! — ¡Y allá... al término del horizonte, la extensión del Mediterráneo, el camino del Océano, el derrotero de Santa Elena !

Entre Elba y Córcega... ¡qué poema de gloria! ¡Cuánto poder! ¡Cuánto genio ! ¡ Qué elevación y qué caída !

Due volte nella polvere,
due volte sull' altar!...

¡En Córcega, un estudiante oscuro: en Elba, el emperador de Europa destronado! — Y, por medio, mil batallas, ó sea una batalla sola contra el antiguo mundo; batalla en que los Ejércitos de Napoleón tocan con sus alas en Cádiz la invencible y en Moscou la incendiada ; batalla que dura veinte años, y que tiene su episodio en Egipto; batalla, en fin, que pierde á la postre el arrojado corso, cuando, al llegar la tarde de su estrella, empieza á retirarse simultáneamente de Cádiz y de Moscou , perseguido por el pueblo español y por el frío de Rusia , hasta que , estrechándose cada vez más el círculo de su imperio, queda reducido al peñasco de Elba, precursor del de Santa Elena.

— ¿Y qué ha quedado de aquel hombre? (pregúnteme yo en tal momento, tornando la vista hacia Francia). ¿ Qué resta de su genio? ¿Qué de sus planes? ¿Qué de la obra del segundo César, del segundo Cárlo