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DE MADRID A NAPOLES

Bolonia) y muchas pinturas de Andrea del Sarto adornan el recinto de aquel famoso Templo, que sirvió de modelo durante muchos años á los mejores arquitectos de Italia.

Aislados también en la extensa Plaza, levántanse, á uno y otro lado de la Catedral, dos maravillosos edificios, que pudiéramos llamar accesorios ó dependencias de ésta: — el Battisterio y el Campanile, ó sea la Capilla bautismal y el Campanario.

El Battisterio, rotonda preciosísima de afiligranado mármol, armoniosa combinación de arcos romanos y de ogivas góticas, parece una de aquellas joyas labradas de plata y oro que se muestran bajo un fanal en el tesoro de algunas catedrales. — En su interior son de admirar la Pila de mármol que sirve de Jordan á los písanos, y un Púlpito de Nicolás de Pisa, monumento y prodigio de la escultura de la Edad Media. — Por último: la alta bóveda de la Cúpula produce uno de los ecos más notables que se conocen en el mundo. Cualquier sonido , por inarmónico y desapacible que sea, al llegar á aquella altura, se descompone en varios acentos melódicos, artísticamente acordados, formando un cántico celestial que se prolonga durante mucho tiempo, cual si lo fuesen repitiendo invisibles coros de ángeles. — Y si por ventura es una frase musical la que se lanza desde abajo, entonces el concierto aéreo (que parece formado de cien diferentes voces, unas graves, otras agudas, ora infantiles, ora profundas como la salmodia de austeros monjes, ya de apasionado timbre femenil, ya de viriles y vehementes vibraciones) se convierte en una ver- dadera sinfonía religiosa, digna de los célebres órganos de las catedrales de Alemania.

Del Bautisterio fui al Campo-Santo, dejando el Campanile para lo último, por comprender que desde su alta plataforma habia de hacer el resumen de mis impresiones en Pisa.

El Campo-Santo se extiende al Norte de la plaza, presentando al exterior un severo muro de 400 á 500 pies de largo, sobre el cual ha trazado, pero no roto, el arquitecto una sucesión de arcos tan nobles y sencillos como exigía aquel lugar, consagrado á un mismo tiempo por la Religión, por el Arte y por la Historia.

El Campo-Santo no es el Cementerio general de Pisa. Es el asilo de gloria de sus grandes hombres. Dicho se está, por consiguiente, que tampoco es el Cementerio actual de la población. Lo era, cuando la población encerraba genios y héroes. — Hoy es el Panteón histórico de las pasada grandezas de Pisa.

En el siglo XIII, la poderosa República pisana, conociendo que iba á morir, hizo, como si dijéramos, el inventario de sus glorias, y se levantó á sí misma aquel inmenso mausoleo , ó aquel Olimpo fúnebre, para encerrarse en él con sus riquezas, á fin de que la posteridad no desconociese nunca su antiguo poderío.

Para ello , comenzó por cubrir todo el suelo que habia de ocupar el