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DE MADRID A NAPOLES

algún ruinoso palacio de elegante arquitectura. — En las plazas vi algunos vendedores acampados con sus mercancías, muchos paseantes que toma- han el sol, y algunas Fuentes y Estatuas levantadas en otros siglos, y que, como los ancianos que han quedado sin familia, parecían esperar ya solamente sobre la tierra á que el tiempo las derribase.

En la Piazza de' Cavalieri, busqué inútilmente la Torre del Hambre, en que estuvo encerrado el Conde Ugolino con sus hijos y sus nietos. — Aquella Torre , inmortalizada por Dante , fué destruida en el siglo XVI; pero aún se muestra el lugar en que se alzaba, y aún pudo fingirse allí mí imaginación el lúgubre cuadro de la nefanda tragedia...

¿Quién no ha leído, ó quién no ha oído celebrar, aquellos sublimes tercetos del poeta florentino , en que hace referir al infortunado Conde sus espantosas desventuras? — La poesía no ha ideado nada tan horrible como el momento en que Ugolino oye clavar la puerta de su prisión, precisamente á la hora en que esperaba verla abrirse y dar paso á los carceleros con la comida para él y para sus hijos. — El prisionero lo comprende todo... Se trata de hacerles morir de hambre. — Entonces mira á sus hijos sin hablar una palabra :

Ond'io guardai
nel aviso a' míe' figüuoi senza far motto...''

El no lloraba... Lloraban ellos...

lo non piangeva...
Piangevan elli...''

Pasaron días... Ugolino vio morir uno tras otro á sus cuatro descendientes... jY aún esperó tres días más, arrastrándos á tientas sobre ellos y llamándolos por sus nombres!...

¡Después... más que el dolor, pudo el ayuno!

Poseía., piü che' I dolor polé'l digiuno.

¡Con esta horrible frase termina el Conde su relación ! En seguida vuelve á coger el misero cráneo que roía cuando Dante se acercó á él , y le clava unos dientes

che furo all' osso, como d' un can, forti.

¡ Ah ! ya le habían dicho un día sus hijos, al verle morderse las manos y creyendo que lo hacia por hambre :

— «Padre : menos nos dolería que comieses de nosotros : tú nos vestiste estas míseras carnes : de ellas despójanos.»

.....Paire: assai ci fia men doglia
se tu mangi di noi : tu ne vestisti
queste misere carni, é tu le spoglia.''

Pero el Conde no se mordía entonces las manos porque tuviese ham-