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DE MADRID A NAPOLES

rables, á medida que se avanza hacia el Sur, á medida que se aleja uno de los Alpe?, á medida que se acerca á... Grecia.

Esta proposición no la consigno todavía más que como mera sospecha...

Ya juzgaremos al final de la jornada.

A la mañana siguiente me levanté muy temprano y salí á visitar los famosísimos monumentos de Pisa.

El dia había amanecido sereno, puro, radiante. El cielo y el Arno os- tentaban un azul vivísimo, que me recordó las primaveras de Andalucía. Los árboles de los jardines, lavados el dia anterior por la lluvia, estaban verdes, limpios, rozagantes, como en marzo, cuando despliegan sus hojas nuevas. El sol ardía en el horizonte , tan fúlgido y alegre cual , si en vez de vibrar sus rayos desde el Trópico de Capricornio , avanzase por la Eclíptica hacia el Trópico de Cáncer. — ¿Qué más? Las friolegas moscas revolaban gozosamente en la templada atmósfera , olvidadas sin duda de que ya estábamos á doce de diciembre.

— ¡Hermoso día para los tísicos! exclamé yo, pensando en las inglesas que tanto había compadecido la víspera.

Antes de dirigirme á la célebre Plaza de la Catedral, en que están reunidos los cuatro grandes Monumentos de Pisa, recorrí toda la Ciudad, entrando en algunas Iglesias, de las que solamente recuerdo á Santa María de la Espina, donde vi algunas hermosas Estátuas del ilustre Juan de Pisa; á San Nicolás, cuyo Campanario, obra del mismo autor, está ligeramente inclinado ; pero del que no debemos ocuparnos cuando tenemos que ver el maravilloso Campanile del Duomo ; á San Miguel , cuya Fachada de galerías de arcos, levantadas unas sobre otras , empezó á iniciarme en el secreto de la originalísima arquitectura pisana , fusión del estilo bizantino con el gusto greco-romano y primer paso del Renacimiento; y por último, á San Pablo, notable en el mismo sentido , y además por el lujo y la elegancia de su Interior.

También saludé al paso la antiquísima y renombrada Universidad, llamada La Sapienza, fundada el siglo XII y construida el siglo XV, y donde el insigne Galilea , hijo de Pisa como todo el mundo sabe, explicaba matemáticas en 1592, cuando principiaron á perseguirlo en nombre de la Ciencia, como después lo persiguieron en nombre de la Religión.

Pisa, la patria de tantos grandes escultores y arquitectos, ha sido es- téril en afamados pintores: así es que la Academia de Bellas-Arles sólo encierra algunas obras, raras por su antigüedad, muy preciosas para que los peritos estudien la historia del arte; pero de ningún modo para solaz de un profano como yo. — Transeamus, por consiguiente.

Excusado es decir que, para ver todas estas cosas, fui y vine por las principales calles y plazas de la ciudad y pasé y repasé varias veces los tres puentes tendidos sobre el Amo. — En las calles no encontré más que soledad y silencio , yerba entre el empedrado , muchas casas cerradas y