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DE MADRID A NAPOLES

El dia ha sido magnífico. El campo de Génova tiene todavía flores de otoño, y el mes que viene las tendrá de primavera. — A la caida de la tarde prolongamos nuestro paseo por el hermoso camino de Niza. — Aquella famosa carretera, tallada, por decirlo así, en altas rocas, que salen bruscamente del mar (lo que le ha dado el nombre de la Cornisa), sigue las ondulaciones del extenso golfo, sobre el cual forma un continuado balcón de piedra, mientras que al otro lado no deja ver horizonte alguno, sino la enhiesta muralla del gigantesco Apenino, rasgada á veces por arroyos torrenciales.' — Al decir de los que han ido á Francia por aquel lado, el camino de la Cornisa continúa leguas y leguas del mismo modo, dominando siempre las azules ondas del Mediterráneo.

Nosotros hemos andado solamente algunos kilómetros hasta llegar á un punto desde el cual vimos á toda Génova á su ancho Puerto , recogidos, por decirlo asi, en un solo cuadro. —El cielo estaba azul , y el sol se ponía, hiriendo de frente los cristales y las pintorescas fachadas de los palacios escalonados en las colinas. — En la mar, agitada como he dicho, se mecían centenares de buques, de los que algunos se hallaban ya en franquía. — Los vapores encendían ó calentaban sus máquinas, disponiéndose á partir....

Entre ellos distinguíamos el que debe llevarnos esta noche á Liorna...; pero ni Caballero ni yo nos resolvíamos á mandar al cochero que retrocediese. — Nos encontrábamos á una legua de Génova..; es decir, nos habíamos acercado una legua á España!.., y este pequeño viaje hacia la patria, realizado poc^s horas antes de emprender otro que iba á alejarnos más y más de ella, adulaba nuestra melancolía de extranjeros.

Indudablemente, los dos pensábamos una misma cosa : «Si siguiéramos caminando de este modo, siempre por la orilla del mar, dentro de algunos días entraríamos en España por Cataluña...»

Por fortuna, el cochero nos llamó á la razón, díciéndonos que, si nos parecía, ya era hora de volver á Génova.

— Volvamos, le respondimos.

El sol se ponia en aquel instante.

— ¡Todavía lo verán allí algunos minutos! le dije yo entonces á mi amigo, como prosiguiendo un coloquio...

Y, para colmo de ilusión, al llegar á la ciudad, he leído estas palabras, escritas sobre la Puerta por donde antes habíamos salido y entonces entrábamos: GENOVA, CITA DI MARÍA SANTÍSSIMA.

¡Lo mismo decimos de nuestra tierra los andaluces!

Cerca ya del Hotel de la Ville, donde vivimos, hemos encontrado la Procesión patriótica, que volvía de celebrar el aniversario; y como todas las calles que iban á parar á la nuestra se hallasen ocupadas por una densa muchedumbre, hemos tenido que echar pié á tierra y confundirnos con las turbas, á fin de llegar á nuestra casa, no sin emplear en ello más de una hora.