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DE MADRID A NAPOLES

puerta llegan precisamente en el instante en que empieza á sonar el tercer toque de misa.

-¿Y á qué va la judía á misa? me preguntará ahora alguno.

-¿Y á qué va la cristiana? (le replicaré yo). ¡A pensar en la carta que ha recibido, y tal vez á leerla!

Pero no seamos hipócritas.- La verdad es que esa escena me ha encantado.

¿Cómo no? En todo lo que acabo de ver hay algo de la Lucia de Manzoni, ó de la Julieta de Shaskspeare.-Es el eterno poema italiano: amor, guerra, misa, criada... ¡todo!

Digolo, porque yo no dudo que esa carta viene de las orillas del Volturno ó de los torreones de Gaeta.

La elegante madrugadora soñará todas las noches que su amante ha muerto en una batalla... y por eso va todos los dias á misa, á pedirle por él á la Madonna, y llega de paso al Correo...

Porque dicho se está que los padres ignoran estos amores... ó se oponen á ellos...

¡De otro modo no habria drama!

Convengamos en que se oponen...

Pero ya está dispuesto el carruaje... y me llaman á él.

¡Adios, Ferrara!... -¡ Hasta nunca!

Estamos en Bolonia. Cinco horas de paseo en coche por un jardin: hé aquí el viaje que acabo de hacer.

Las diez leguas que separan á Ferrara de Bolonia son deliciosísimas. Básteos saber que he pasado horas enteras viendo á los dos lados del camino interminables llanuras plantadas de árboles, rigorosamente alineados. Casi todos estos árboles eran frutales ó moreras. Al tronco de cada uno se enredaba una pomposa vid, que nacia á su pié; y, como si esto no fuera ya bastante exigir á la madre Cibeles, los espacios de tierra que mediaban entre los árboles y las cepas se veian sembrados de cereales.- No puede darse mayor fecundidad.

Al atravesar algunos terrenos pantanosos, he visto muchos búfalos domesticados que se revolcaban á su sabor en las aguas estancadas.-Su imponente bramido, muy más formidable que el de su pariente el toro, prestaba una severa voz á aquellas amenas soledades.

Lo primero que divisé al acercarme á Bolonia, fué una de sus célebres Torres inclinadas -Confieso que no la ví sin emocion, no sólo por su amenazante aspecto, que trae en seguida á la mente ideas de terremoto, sino porque satisfacia una de las primeras y más vivas curiosidades de mi infancia.-Las Torres inclinadas de Pisa y de Bolonia figuran en el estrecho y maravilloso cuadro de la erudicion de todos los niños de mi tiempo.-¿Quién de nosotros habrá olvidado el asombro con que oyó hablar de ellas á su catedrático de física ?